21 enero 2010

LA VIDA ME PROVOCA III

           Cierto, no todo siempre es negro en el panormama de un perderdor. Suelen suceder momentos en los cuales sucede el milagro; el giro de la tómbola ha caido en tu casillero y los ángeles tocan sus obóes transversos al son de la caramelera de la esquina donde solías comprar 6 kilos de sugus por un peso (buscá obóe transverso en la wikipedia... si no lo encontrás, agregalo). Por donde iba? Claro, el milagro. Debo decir que el milagro no existe (perdón si derrumbé tu casa de cartas), el milagro en realidad es una situación en la cual la vida simplemente, se olvidó de cagarte. Probablemente se estaba ocupando de otro en ese momento, por más que creas se ensaña contigo no significa que seas el centro del mundo.
           Tal es así que un día 30 de febrero recibí una carta de mi banco. La abrí con la misma alegría con la que una maestra jardinera abre el pañal de un hijo ajeno. Me encontré con un cartel enorme y con la grata sorpresa de que luego de dos años de fidelidad y de nunca atrasarme en un pago me habían aumentado el límite de la tarjeta en 136 pesos. Wow! la próxima vez que vaya a comprar una licuadora en 144 cuotas sin interes me va a quedar suficiente límite para comprar un juego de vasos! y capaz que queda espacio para una ficha de audio/video!.
          Existe alguna razón para que me ataques de esa manera? (le grito a Mr Bison mientras juego al street fighter)... Perdón, me bajé una parada antes... Decía: Es necesario que la vida me quiera hacer sufrir?
          Salí a despejar mi mente y pasé frente a un local de electrodomésticos. En la puerta un pibe de 19 años vestido de evangelista me ofreció con falsa galantería una revistita con la excusa de que encontraría ofertas en televisores de pantalla plana de 200 pulgadas. Lo miré como Uma Thurman miró a Kung Fú en Kill Bill y le aplique una llave dormilona en la tercera vértebra, antes de que caiga al piso le propicié 14 golpes a puño cerrado (uno por cada pulgada del televisor que tengo en la repisita de la cocina) en la boca del estómago. Cuando estaba en el piso le corté la cabeza pasandole por encima con un carrito de supermercado. Una vez desprendida la cabeza la puse en una bandeja de telgopor*, la envolví en film transparente y la dejé en el mostrador de una carnicería con un cartelito que decía ´cerdo de primerísima calidad' (muy a lo Steven Seagal)...
         En realidad todo esto pasó en mi mente porque me quedé dormido jugando al street fighter otra vez. Pasé mi rudimentaria tele pantalla bombé de video a normal y me encontré a unas chicas cantando: 'electrostars lukin for fan'...
        
P.D.: Causa de la muerte, lápiz mecánico incrustado en la sien.

*: Personalmente detesto que digan ´tergopol´

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